Sumerce es amor
Sumercé es una palabra usada en Colombia. Es sinónimo de usted, pero este pronombre usado desde épocas de la colonia, en Colombia, tiene una clara utilización de sumisión y veneración por los otros. Es decir, cuando en Colombia se le dice a alguien “Sumercé” se le está tratando con respeto, cariño y veneración (dignidad perdida, que en esta práctica pedagógica hemos querido restituir, porque el amor y la ternura han sido colocadas, puestas y constituidas en lugares de fragilidad y debilidad, en la subjetividad de los/as adolescentes y las personas en general, y no en lugares de dignidad, respeto, aprecio y paz.
Venerar al otro, adorarlo, rendirle culto, respetar su dignidad, su trabajo y laboriosidad en un mundoque cada día menos tiene en cuenta a los seres humanos, a la tierra, al campesino, a los ecosistemas, a las personas comunes y corrientes, a padres y madres que salen a trabajar diariamente, dejando a sus hijos/as en manos de la escuela. Esta es muchas veces frágil y siguiendo los parámetros diseñados por tecnócratas y por sistemas discursivos-racionales de educación y economías inconscientes lineales, es una tarea imposible, difícil y casi absurda, si no percibimos a los otros como compañeros, amigos y seres que nos rodean con inherencia en la ternura y el amor, como acciones para la conciliación y la paz de nuestras comunidades.
Ese otro es la persona que vive en la ciudad o en la zona rural, cerca de mí o en mi pensamiento, ese otro puede ser también un texto, o esa región centrada o descentrada de los discursos y prácticas validadas desde pensamientos coloniales, modernos y de poder. Ese otro es el comportamiento cultural y modos de percibir el territorio y el cuerpo a través de pensamientos arraigados por la tradición y por esas culturas de ayuda mutua, integración e interdependencia, que aun podemos ver y reconocer en las prácticas cotidianas de los habitantes del campo, la agricultura y las zonas rurales de nuestro país.

Darío Ramírez Segura


Sumerce es amor
Sumerce es amor
Sumercé es una palabra usada en Colombia. Es sinónimo de usted, pero este pronombre usado desde épocas de la colonia, en Colombia, tiene una clara utilización de sumisión y veneración por los otros. Es decir, cuando en Colombia se le dice a alguien “Sumercé” se le está tratando con respeto, cariño y veneración (dignidad perdida, que en esta práctica pedagógica hemos querido restituir, porque el amor y la ternura han sido colocadas, puestas y constituidas en lugares de fragilidad y debilidad, en la subjetividad de los/as adolescentes y las personas en general, y no en lugares de dignidad, respeto, aprecio y paz.
Venerar al otro, adorarlo, rendirle culto, respetar su dignidad, su trabajo y laboriosidad en un mundoque cada día menos tiene en cuenta a los seres humanos, a la tierra, al campesino, a los ecosistemas, a las personas comunes y corrientes, a padres y madres que salen a trabajar diariamente, dejando a sus hijos/as en manos de la escuela. Esta es muchas veces frágil y siguiendo los parámetros diseñados por tecnócratas y por sistemas discursivos-racionales de educación y economías inconscientes lineales, es una tarea imposible, difícil y casi absurda, si no percibimos a los otros como compañeros, amigos y seres que nos rodean con inherencia en la ternura y el amor, como acciones para la conciliación y la paz de nuestras comunidades.
Ese otro es la persona que vive en la ciudad o en la zona rural, cerca de mí o en mi pensamiento, ese otro puede ser también un texto, o esa región centrada o descentrada de los discursos y prácticas validadas desde pensamientos coloniales, modernos y de poder. Ese otro es el comportamiento cultural y modos de percibir el territorio y el cuerpo a través de pensamientos arraigados por la tradición y por esas culturas de ayuda mutua, integración e interdependencia, que aun podemos ver y reconocer en las prácticas cotidianas de los habitantes del campo, la agricultura y las zonas rurales de nuestro país.

Darío Ramírez Segura


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