La emoción humana es un fenómeno complejo que envuelve, por un lado, una base biológica y, por otro, posee determinantes socioculturales presentes en el desarrollo del individuo. El estudio sobre las emociones se torna relevante como consecuencia de los procesos de patologización y medicación de niños/as y adultos/as, los cuales constituyen un fenómeno creciente en la actualidad (Consejo Regional de Psicología de São Paulo, 2011). Gran parte de los estudios actuales sobre el tema se refieren a los aspectos biológicos de la emoción o a su mensuración (Brasil y Pondé, 2009); sin embargo, los factores histórico-culturales del desarrollo emocional y la formación de la personalidad son poco discutidos. Distintas de estas posturas, teóricos e investigadores de la psicología histórico-cultural, comprenden el desarrollo emocional junto con las demás funciones psíquicas. Esta forma de conocimiento de los procesos psíquicos pone de manifiesto que el ser humano sólo puede entenderse en su totalidad como sujeto concreto, que se caracteriza como unidad y síntesis de múltiples relaciones que lo definen. En esta perspectiva, la constitución de las funciones superiores no puede ser pensada de manera aislada, sino como una creciente constitución de unidades que ocurre en el transcurso del desarrollo del hombre, en cuanto ser que vive en un medio social, en determinada cultura y período histórico (Saviani, 2004).
Este supuesto, tomado de Marx, llevó a Vigotski y sus colaboradores a intentar comprender el desarrollo del ser humano como un proceso que envuelve alteraciones cuantitativas y cualitativas, referentes a las adquisiciones psíquicas hechas por el individuo en su relación con la realidad concreta y social. Este desarrollo es una creciente superación, la cual incorpora las funciones primitivas o de base orgánica, que funcionan y operan por nuevas leyes, las del desarrollo sociocultural de orden superior debido a su complejidad. Tal como resaltó Vigotski (1996), en este proceso de superación, las funciones superiores se establecen por la adquisición de los conocimientos provenientes de la cultura. Éstos se sobreponen a los aspectos naturales del comportamiento y determinan el instrumento psicológico, o sea, las nuevas habilidades comportamentales que formarán parte de la conducta de los individuos, como el lenguaje y la memoria, por ejemplo. De ese modo, el desarrollo emocional, así como las demás funciones psíquicas, se determina por la relación entre el sujeto y la cultura.
Para mejor comprensión de ese proceso y del desarrollo psíquico como un todo que ocurre en la infancia, se torna necesario el conocimiento de algunos conceptos de la psicología histórico-cultural.
La relación entre percepción y emoción, que ocurre alrededor del quinto mes de vida, permite comprender el proceso dialéctico involucrado en este periodo. En esta fase, la percepción ya adquiere un importante y complejo papel en la apropiación del objeto y en la formación de la imagen psíquica; se constituye como factor fundamental en cuanto al modo en que el individuo se apropia y se relaciona con el mundo. Para Leontiev (1983), la actividad es el factor necesario para que el objeto sea percibido y apropiado en la relación que el niño establece con la realidad concreta desde el inicio de su vida.
(Extracto de Redalyc. La actividad infantil y el desarrollo emocional en la infancia).
Lugar: jardin infantil
Dirección: los sambos 2967
Comuna: Iquique
Región: Región de Tarapacá
Contacto: Liliana Cortes Galleguillos
Forma de inscripción:
ser parte de la comunidad educativa
La emoción humana es un fenómeno complejo que envuelve, por un lado, una base biológica y, por otro, posee determinantes socioculturales presentes en el desarrollo del individuo. El estudio sobre las emociones se torna relevante como consecuencia de los procesos de patologización y medicación de niños/as y adultos/as, los cuales constituyen un fenómeno creciente en la actualidad (Consejo Regional de Psicología de São Paulo, 2011). Gran parte de los estudios actuales sobre el tema se refieren a los aspectos biológicos de la emoción o a su mensuración (Brasil y Pondé, 2009); sin embargo, los factores histórico-culturales del desarrollo emocional y la formación de la personalidad son poco discutidos. Distintas de estas posturas, teóricos e investigadores de la psicología histórico-cultural, comprenden el desarrollo emocional junto con las demás funciones psíquicas. Esta forma de conocimiento de los procesos psíquicos pone de manifiesto que el ser humano sólo puede entenderse en su totalidad como sujeto concreto, que se caracteriza como unidad y síntesis de múltiples relaciones que lo definen. En esta perspectiva, la constitución de las funciones superiores no puede ser pensada de manera aislada, sino como una creciente constitución de unidades que ocurre en el transcurso del desarrollo del hombre, en cuanto ser que vive en un medio social, en determinada cultura y período histórico (Saviani, 2004).
Este supuesto, tomado de Marx, llevó a Vigotski y sus colaboradores a intentar comprender el desarrollo del ser humano como un proceso que envuelve alteraciones cuantitativas y cualitativas, referentes a las adquisiciones psíquicas hechas por el individuo en su relación con la realidad concreta y social. Este desarrollo es una creciente superación, la cual incorpora las funciones primitivas o de base orgánica, que funcionan y operan por nuevas leyes, las del desarrollo sociocultural de orden superior debido a su complejidad. Tal como resaltó Vigotski (1996), en este proceso de superación, las funciones superiores se establecen por la adquisición de los conocimientos provenientes de la cultura. Éstos se sobreponen a los aspectos naturales del comportamiento y determinan el instrumento psicológico, o sea, las nuevas habilidades comportamentales que formarán parte de la conducta de los individuos, como el lenguaje y la memoria, por ejemplo. De ese modo, el desarrollo emocional, así como las demás funciones psíquicas, se determina por la relación entre el sujeto y la cultura.
Para mejor comprensión de ese proceso y del desarrollo psíquico como un todo que ocurre en la infancia, se torna necesario el conocimiento de algunos conceptos de la psicología histórico-cultural.
La relación entre percepción y emoción, que ocurre alrededor del quinto mes de vida, permite comprender el proceso dialéctico involucrado en este periodo. En esta fase, la percepción ya adquiere un importante y complejo papel en la apropiación del objeto y en la formación de la imagen psíquica; se constituye como factor fundamental en cuanto al modo en que el individuo se apropia y se relaciona con el mundo. Para Leontiev (1983), la actividad es el factor necesario para que el objeto sea percibido y apropiado en la relación que el niño establece con la realidad concreta desde el inicio de su vida.
(Extracto de Redalyc. La actividad infantil y el desarrollo emocional en la infancia).
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