Reflexiones pedagógicas
Por Karla Saldías Serrao
Como punto de partida para abordar, es necesario hacer hincapié en el escenario dispuesto para la profesión docente en constante cambio, se puede contemplar y reflexionar la multiplicidad de desafíos presentes en el. Se trata de un campo bastante extenso y complejo, que invita constantemente al docente a replantearse, en términos de enseñanza y aprendizaje, tanto en beneficio de su práctica como el desarrollo de sus estudiantes, más aún en el área de Educación Artística, asignatura escolar que ha sido modificada de acuerdo a las necesidades históricas y sociales. Asumir aquello tomando una postura respecto de la revalorización de la asignatura, se requiere según Ivaldi (2009):
Docentes que en todos los niveles, grados y jerarquías sean capaces de asumir un cambio de actitud: modificando y/o fortaleciendo sus prácticas para propiciar que los alumnos y alumnas utilicen los lenguajes artísticos como forma de comunicar y comprender ideas y sentimientos, propios y de otras personas; poniendo en juego su propia sensibilidad, su iniciativa, su curiosidad y su imaginación para promover la apreciación y la creación artística entre sus alumnos y alumnas, aprovechando las oportunidades que les brinda el entorno; tomando conciencia de las posibilidades que ellos mismos tienen como personas y como docentes para acercarse al arte y disfrutarlo. (p. 90)
Para que el o la docente de Educación Artística pueda efectuar cambios y cumplir con el propósito anteriormente descrito, necesariamente debe generar vínculo e interacción con el mundo cultural y sacar provecho de la riqueza que acompaña el contexto de los y las estudiantes, de igual forma en los casos donde la acción implique ir fuera del contexto habitual, es decir aquellas salidas donde las circunstancias son totalmente ajenas a la realidad de los y las estudiantes. Con la finalidad de que la salida pedagógica sea una actividad habitual para el docente dentro de su práctica y asumir un posicionamiento para el desarrollo de la instancia, el docente debe tener una participación activa en la experiencia y ser el encargado de vincular los contenidos de la clase con la salida pedagógica Miralles (2015), “En el caso de las visitas de escuelas a los museos, tanto el educador de museos como el docente, adquieren un rol fundamental para renovar las visitas guiadas y para que estas no sean un evento aislado en la experiencia de los estudiantes.” (p. 271)
La experiencia para los y las estudiantes en los espacios de educación no formal es concebida como una necesidad para generar apertura a los imaginarios sociales y un equilibrio al capital cultural, desde el docente es una herramienta didáctica y propicia para la entrega del contenido en la asignatura de artes visuales en el contexto educacional actual, Bruner (1997) postula que:
La educación no es sólo una técnica de procesamiento de la información bien organizado, ni siquiera sencillamente una cuestión de aplicar ‘teorías del aprendizaje’ ni de usar los resultados de ‘pruebas de rendimiento’ centradas en el sujeto. Es una empresa compleja de adaptar una cultura a las necesidades de sus miembros y sus formas de conocer a las necesidades de la cultura. (p. 29)
Por ello el o la docente debe basarse en propuestas que apunten a vincular los contenidos por ver en la salida pedagógica en total coherencia con los trabajados en aula, marcando la diferencia de una salida pedagógica recreativa ajena a la planificación y contenido de la asignatura de artes visuales. Ivaldi (2009) es enfática en relación al posicionamiento docente, explica: “Es el docente quien debe promover la mayor cantidad de experiencias sensoperceptivas, tanto dentro como fuera del aula”. (p.90)
Dentro del mismo lineamiento, las/os docentes tienen el desafío de considerar aspectos culturales y sociales propios de los y las estudiantes actuales, puesto que están construidos con la exposición mediática de redes sociales e imágenes representativas de la cultura juvenil.
Dotar a los y las estudiantes de herramientas para enfrentar el mundo representacional que les rodea, ya sea una obra, redes sociales, publicidad, etc. enriqueciendo su cultura visual. Con respecto a la relación de los y las estudiantes de acuerdo a su cultura visual Augustowsky señala “el eje central de estas experiencias son nuestros estudiantes, con sus gustos, sus ideas, sus maneras de ver, interpretar y representar el mundo. Abordar el arte como experiencia en la escuela implica enseñar a los chicos, chicas y jóvenes a crear los sentidos propios, conectados consigo mismos, pero a la vez involucrados con su entorno y con los otro; implica además el reto de formarlos para que sean receptores lúcidos, críticos, curiosos, informados, deseantes y capaces también de vibrar de emoción” (Augustowsky, 2012, p. 18).
Para contextualizar respecto del lugar que ocupa la cultura visual según el Ministerio de Educación y por lo tanto en la educación formal, es importante señalar que la última renovación de la propuesta curricular para la asignatura de Artes Visuales de 7° a 2° medio, plantea como pilar fundamental el desarrollo de pensamiento crítico, sensibilidad estética y capacidad de reflexión, procedentes de todo lo que comprende la cultura visual. El cambio efectuado proyecta la postura de las distintas entidades estatales encargadas del área educativa en relación con las culturas y las artes, acentuando la intencionalidad de otorgar mayor relevancia a la asignatura de Artes Visuales, esbozando desafíos con respecto a la cultura visual. Considerando este antecedente y como afirma Hernández (2003):
“El arte, como parte de la cultura visual actúa, sobre todo, como un mediador cultural de representaciones sociales, relacionadas con la belleza, la religión, el poder, el paisaje, las relaciones sociales, el cuerpo, etc. Entiendo por función mediadora una derivación de la idea del Vygotsky de mediación que conlleva que “el signo es poseedor de significado” (p. 47)
Museos, centros culturales, galerías, talleres, corporaciones, parques, fundaciones, etc. Como parte de un entorno fuera del escolar, son generadores de percepciones, experiencias, comunicación, receptores de objetos, en algunos casos empleadores de alta tecnología e innumerables recursos que en determinadas realidades escolares y/o cotidianas, pareciera imposible de experimentar directamente. Es indiscutible que los y las estudiantes tienen acceso directo a lo que se entiende como “cultura visual”, sin embargo, propiciar distintas experiencias concebidas con las acciones pedagógicas pertinentes como explica Nancy Pauly (2003), permiten “a los estudiantes comprender cómo las imágenes influyen sus pensamientos, sus acciones, sus sentimientos y la imaginación de sus identidades e historias sociales” (Hernández, 2007, p. 23).
Lo que nos lleva a la salida pedagógica presentada en beneficio de la asignatura Artes Visuales, debe contar con los recursos pedagógicos necesarios para su correcta contextualización. Se trata de una instancia planteada como una extensión del aula, permitiendo que los y las estudiantes enriquezcan su conocimiento y experiencias, desde la comprensión del entorno. Optimizando la práctica de docente y contenidos actitudinales, procedimentales y conceptuales, en los y las estudiantes. Augustowsky en sus investigaciones, enfatiza constantemente en la relevancia, organización y contextualización de la salida pedagógica. Otorgando la responsabilidad al profesional docente tomar las acciones pertinentes para las distintas instancias, Augustowsky (2012), “Salir de la escuela para realizar la visita a un sitio de la ciudad, a realizar un itinerario o a un museo o galería implica la puesta en juego de numerosos factores de índole didáctico, institucional, organizativo.” (p. 119). Por lo tanto, la planificación de esta instancia, debe estar coherentemente integrada con el currículum elaborado por el Ministerio de educación por ende, con la unidad o actividad que se esté trabajando en aula, de manera que antes, durante y después de la salida exista una continuidad entre las acciones pedagógicas y los procesos enseñanza-aprendizaje. En consecuencia, el docente debe conocer la identidad cultural que destinó para realizar la salida pedagógica. En definitiva, las salidas pedagógicas tienen como finalidad motivar al estudiante hacia su propio conocimiento permitiéndole relacionar conceptos y encontrar la aplicabilidad de ellos en su vida cotidiana, por esta razón resulta necesario hacer énfasis en la importancia y las principales características que constituyen la planeación de una guía de salidas pedagógicas.
Por ultimo, se suma que el posicionamiento de la asignatura de Artes Visuales en el contexto nacional junto a los cambios contextuales, son claves en las transformaciones de la disciplina y su entendimiento. El incremento de la virtualización fue detonante para que muchos autores postulen cambios en la educación artística. La presencia de las artes visuales en la época escolar del futuro docente, también incide en la percepción que se tenga de esta, los factores institucionales que dificultan o favorecen el ejercicio de la disciplina, tiene sus cimientos en una experiencia negativa o positiva de ésta, dando lugar a un espacio significativo o no.Actualmente las artes visuales en el orden de prioridades de los establecimientos educativos se sitúan en las últimas líneas, el realce de las materias que se consideran más relevantes (Lenguaje, matemáticas, historia, ciencia y geografía, química, biología) más que todo por las pruebas estandarizadas, genera que asignaturas como artes visuales, sean vistas como un complemento o un accesorio destinado a las horas de la tarde. Dicho lo anterior , podemos generalizar que las artes visuales no son una prioridad en el currículo escolar , dado que no se comprende la importancia y el efecto de la asignatura en los y las estudiantes para desarrollar potenciales habilidades como el análisis , la empatía. Coronado (2009):
“El aprendizaje de las artes en la escuela tiene consecuencias cognitivas que preparan a los alumnos para la vida: entre otras el desarrollo de habilidades como el análisis, la reflexión, el juicio crítico y en general lo que denominamos el pensamiento holístico; justamente en lo que determinan los requerimientos del siglo XXI. Ser “educado” en este contexto significa utilizar símbolos, leer imágenes complejas, comunicarse creativamente y pensar en soluciones no imaginadas” (p.36)
Bibliografía
Acaso, A. (2009). La Educación Artística no son manualidades. Nuevas prácticas en la enseñanza de las Artes Visuales y La Cultura Visual. Madrid: Los Libros de Catarata.
Agirre, I. Barbosa, A. Benavides, F. Bresler, L. Carmona, G. Diez del Corral, P. Hubard, O. Irwin, R. Martínez, J. Mela, J. Miralles, N. Orbeta, A. y Silva, A. (2015). Educación Artística: Propuestas, investigación y experiencias recientes. Santiago, Chile: Ediciones Universidad Alberto Hurtado
Augustowsky, G. (2012). El arte en la enseñanza. Argentina, Buenos Aires: Ediciones Paidós.
Caja. J, Berrocal. M, Fernández. JC, Fosati. A, González. JM, Moreno. F.M, Segurado. B. (2010). La educación visual y plástica hoy. Educar la mirada, la mano y el pensamiento. España, Barcelona: Edición, Editorial GRAÓ.
Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, (2016). Por qué enseñar Arte y cómo hacerlo. Santiago, Chile: Ograma Impresores
Errázuriz, L. (2015). Calidad estética del entorno escolar: el (f) actor invisible. Recuperado de: http://www.cultura.gob.cl/wp-content/uploads/2015/11/factor_invisible_digital.pdf
Elías, M. (2015). La cultura escolar: aproximación a un concepto complejo. Revista electrónica educare. Vol. 19, 285-301 / recuperdao de https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5053327.pdf
Hernández, F. (2003). Educación y cultura visual. España, Barcelona: Ediciones Octaedro.
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